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La medicina humanitaria, líder en la lucha contra las enfermedades emergentes
Ciencias de la Vida y de la Materia Publicado el 04/03/2016
Las últimas epidemias se deben a virus conocidos desde hace muchos años que han mutado y dan lugar a nuevas enfermedades.
Los patógenos emergentes son una de las principales amenazas mundiales, no sólo por las consecuencias sobre la salud de las personas también por sus implicaciones socioeconómicas, que lastran aún más el desarrollo de las poblaciones más desfavorecidas, que es dónde se originan este tipo de agentes infecciosos. Zika es el nombre del patógeno responsable de la actual crisis sociosanitaria que se extiende con rapidez entre decenas de países, pero antes fue el Ébola, el SARS o la gripe aviar. Contener la expansión de la epidemia y atajarla desde su origen exige la actuación conjunta de agentes y organismos nacionales e internacionales, una estrategia en la que medicina humanitaria es la pieza fundamental. Estos aspectos se debatieron ayer en la sesión científica extraordinaria 'La Medicina Humanitaria ante la aparición de nuevas patologías emergentes', organizada por Real Academia Nacional de Medicina (RANM), en colaboración con la Fundación Ramón Areces.
La globalización, junto a factores ambientales y sociales, favorece la rápida propagación de patógenos emergentes.
El profesor y Académico de Número Federico Mayor Zaragoza destacó que "si todos los seres humanos son iguales en dignidad, todos ellos requieren y merecen los medios adecuados para la conservación de la salud, para el acceso a los servicios sanitarios que les permitan un diagnóstico adecuado y un tratamiento eficiente y a tiempo".
El también presidente del Consejo Científico de la Fundación Ramón Areces subrayó que "la prioridad la ocupa -de ahí la aplicación de humanitaria- las situaciones que se generan cuando por diversos motivos (conflictos bélicos, desamparo social y económico, emigración forzosa...) la prestación médica es indispensable e inaplazable".
La profesora Carmen Maroto Vela, Académica de Número y coordinadora de la sesión (junto con el profesor Ángel Gil de Miguel), apuntó que las crisis por infecciones emergentes son el resultado de "una serie de circunstancias ambientales, sociales y de la globalización. Con frecuencia surgen en zonas aisladas y desfavorecidas, pero pronto se generalizan y se convierten en pandemias. Para afrontarlas, es preciso que las instituciones internacionales desarrollen protocolos de actuación y promuevan la investigación". En su conferencia repasó algunas de las enfermedades que más preocupan en el momento actual (Ébola, fiebre del Nilo, chikungunya, etc), precisando que "casi siempre se trata virus que son viejos conocidos, pero en un determinado momento experimentan alguna mutación genética y, en consecuencia, cambia completamente la manifestación clínica de la infección y su nicho ecológico".
Es impensable enfrentarse a estas crisis sin la actuación de las ONG, que son las que lideran la ayudad humanitaria, y sobre su papel habló el profesor Guillermo Vázquez, miembro del equipo español de Cruz Roja Internacional, quien advirtió de que "la frecuencia de las crisis humanitarias se está acelerando" (propiciadas, entre otros factores, por los efectos del cambio climático, a los que están más expuestos las poblaciones vulnerables, y el aumento demográfico), por eso enfatizó, entre otras cuestiones, la necesidad de mantener operativos los hospitales de las regiones afectadas así como de dotarlos de guías clínicas y recursos para que estén preparados para nuevas epidemias.
En esa dotación no debe faltar "una masa crítica de profesionales sanitarios (médicos y enfermeros), sobre todo nativos de los países ya que así se asegura la capacidad para afrontar nuevas epidemias". Las funciones que corresponden a los organismos sanitarios nacionales e internaciones centró la conferencia del profesor José Martín Moreno, de la División de Sistemas Sanitarios y Salud Pública de la OMS. En la misma línea que la Dra. Maroto, indicó que "tenemos nuevos retos derivados de la naturaleza de las relaciones humanas, de la globalización y debemos estar preparados.
Hay oportunidades que son positivas, pero también riesgos y hay que afrontarlos, y para ello es fundamental tener un buen sistema de vigilancia y respuesta en Salud Pública". En este escenario, le corresponde a la OMS la función de liderar los asuntos sanitarios internaciones y para ello "debe articular políticas basadas en la evidencia y prestar apoyo a los países".Además, subrayó que debe tener bien articulada una red mundial de alertas así como el reglamento sanitario internacional, que "es un instrumento jurídico de carácter vinculante para los países que integran la OMS".
Por debajo de la autoridad sanitaria mundial, existe una normativa detallada sobre las funciones que corresponden a las organizaciones internacionales (Unión Europea), y a cada país, en los que sus leyes de sanidad que deben contemplar la vigilancia de los problemas de salud, la respuesta a riesgos y emergencias de salud pública y medidas para la protección de la salud.
El Dr. Martín Moreno abogó por promover la investigación para "encontrar respuestas a preguntas para las que aún no tenemos solución" e impulsar la cooperación para apoyar a los sistemas de salud de los países que lo necesiten con el fin de que "poder controlar las enfermedades emergentes en su origen. Así ganaremos todos".
La actuación conjunta de organismos nacionales e internacionales es clave para atajar las epidemias.
El Dr. Jorge Alvar, Académico correspondiente y jefe del programa de lehismaniasis de DNDI en Ginebra, destacó la necesidad de impulsar la investigación filantrópica de patógenos que no tienen implicación sanitaria y de los que se desconoce si la tendrán en el futuro. En esta línea, explicó las líneas de trabajo de DNDI (una organización internacional fundada por Médicos Sin Fronteras con la dotación económica del Premio Nobel de la Paz de 1999), que abarcan desde convertirse en incubadora de una agencia de relevancia mundial para luchar contra las resistencias antimicrobianas; asumir la fase de cribado de fármacos potencialmente efectivos frente a determinados patógenos y poner a disposición de científicos dispersos por el mundo moléculas para que investiguen su posible eficacia, una medida "con la que acortaríamos mucho el tiempo necesario para realizar estudios de campo inmediatos en el caso de que se produjera una epidemia".
El profesor Mayor Zaragoza sintetizó el interés de esta sesión: "Procurar desde el presente lograr un futuro más equitativo y humano".
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