En 2010 la tasa de población activa con titulación universitaria fue del 42% en Estados Unidos contra un 15% en Italia y un 32% en España. De forma similar, el gasto en educación universitaria supuso respectivamente un 2.8%, 1% y 1.3% del PIB.
La brecha salarial entre trabajadores con titulación universitaria y secundaria es del 80% en EEUU, 50% en Italia y 40% en España, mientras que otros indicadores generales de desigualdad de renta para EEUU redoblan los de Italia y España.
Además, las empresas estadounidenses son de media más grandes y productivas que las italianas y las españolas, y se enfrentan típicamente a un mercado más selectivo (la tasa de supervivencia es un 10% más baja en EEUU).
¿Por qué hay una brecha tan amplia, aún entre países avanzados como EEUU, Italia y España?
Comprender estas diferencias y sus orígenes es sin duda importante y, sin embargo, queda en buena parte una pregunta sin responder.
En un reciente estudio, Gino Gancia (investigador del Centre de Recerca en Economìa Internacional) y yo aceptamos este reto y demostramos cómo diferentes valores culturales respecto a la importancia del esfuerzo para el éxito individual pueden situar a países -por lo demás iguales- en equilibrios caracterizados por grandes diferencias en los indicadores socio-económicos citados.
Nuestra intuición se basa en la observación, proporcionada por el World Values Survey, de que un 26.4% de los americanos cree firmemente que el esfuerzo brinda el éxito, contra un 14.6% de los italianos y un 12.2% de los españoles. En cambio, los que están convencidos de que el éxito es cuestión de suerte y conexiones son, respectivamente, un 2.3%, 8.9% y 7.8%.
En concreto, proponemos un modelo con empresas y trabajadores heterogéneos que interactúan en un mercado laboral con imperfecciones, y donde los países sólo difieren en sus creencias sobre la importancia del esfuerzo para encontrar un buen trabajo. A través de simulaciones numéricas, demostramos que es capaz de reproducir buena parte de las diferencias observadas entre EEUU por un lado e Italia y España por el otro.
En el modelo, las empresas difieren en su productividad y contratan trabajadores cuyas habilidades contribuyen a aumentar el rendimiento. Sin embargo, la búsqueda es costosa, por lo que las empresas pueden entrevistar a un número limitado de candidatos, cuya capacidad de trabajo es desconocida. Aun así, un proceso de selección permite individualizar los que no cumplen los requisitos mínimos fijados por el empleador. Este proceso es costoso y merece la pena sólo si los candidatos son muy distintos entre sí, pues contratar a los mejores es más productivo y rentable que emplear a más trabajadores sin seleccionar sólo si hay mucha diferencia entre mejores y peores.
Antes de postularse, los trabajadores tienen la oportunidad de invertir recursos y esfuerzo para mejorar sus capacidades, por ejemplo adquiriendo más educación. Nuestro supuesto fundamental es que esta inversión aumente tanto la habilidad media como su dispersión en la población. Es decir, hay más diferencia entre las capacidades de los graduados universitarios que entre las de los de secundaria, como está demostrado en varios estudios.
Esto genera una complementariedad entre las estrategias de las empresas y de los trabajadores. Por un lado, la selección es provechosa sólo si hay bastante diversidad entra las habilidades de los candidatos, es decir, si los trabajadores invierten en su capital humano. Por otro lado, esforzarse merece la pena sólo si las empresas son selectivas.
Esta complementariedad genera dos equilibrios distintos. En uno, el "americano", la gente está convencida de que hay que esforzarse para conseguir un buen trabajo, por lo que invierte más en capital humano y así induce las empresas a ser selectivas, lo que confirma las creencias iniciales respecto al valor del esfuerzo. En el otro equilibrio, en cambio, hay poco esfuerzo, las empresas no seleccionan porque no hay bastante diversidad, y la probabilidad de encontrar un buen trabajo depende del azar más que del mérito, lo que confirma la opinión inicial de la gente.
En el equilibrio americano, el capital humano es mayor y más diverso, y las empresas son más productivas. Además, es más probable que las mejores empresas contraten a los mejores trabajadores, lo que aumenta la brecha salarial tanto entre empresas como entre empleados.
Además de explicar las diferencias observadas entre EEUU y el Sur de Europa, nuestro modelo brinda útiles implicaciones normativas. Primero, el bienestar es al menos un 20% mayor en el equilibrio americano. Segundo, los gobiernos de países como Italia y España podrían jugar un papel muy importante fomentando la transición hacia el equilibrio del esfuerzo. En concreto, las primeras políticas a adoptar para salir de la "trampa del equilibrio malo" deberían apuntar a la reducción del coste de adquirir habilidades y/o a la mejora de la eficacia del sistema educativo. Otras medidas que podrían facilitar la coordinación de trabajadores y empresas hacia el equilibrio americano pasan por reforzar la percepción social del esfuerzo y la meritocracia.
¿Qué esperamos? Si entre todos enseñamos a nuestros hijos que tienen que esforzarse y merecerse las cosas, ¡les brindaremos un futuro mejor!
Por Alessandra Bonfiglioli, Assistant Professor en el Departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Para ampliar información sobre el contenido de esta investigación, pueden consultarse, según los temas:
Sobre valores sociales y diferencias en resultados económicos:
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Alesina Alberto and George-Marios Angeletos (2005). "Fairness and Redistribution," American Economic Review, 95(4), 960-980.
Hassler, John, Jose´ V. Rodriguez Mora, Kjetil Storesletten and Fabrizio Zilibotti (2005). "A Positive Theory of Geographic Mobility and Social Insurance," International Economic Review, 46(1), 263-03.
Sobre equilibrios múltiples y trampas de pobreza relacionados con la acumulación de capital humano:
Azariadis, Costas and Drazen, Allan (1990). "Threshold Externalities in Economic Development," The Quarterly Journal of Economics, 105(2), 501-26.
Galor, Oded and Joseph Zeira (1993). "Income Distribution and Macroeconomics," Review of Economic Studies, 60, 35-52.,
Hassler, John and Jose V. Rodriguez Mora (2000). "Intelligence, Social Mobility and Growth," American Economic Review, 90(4), 888-908.
Sobre desigualdad de renta en mercados laborales con imperfecciones:
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Helpman, Elhanan, Oleg Itskhoki and Stephen J. Redding (2008), "Wages, Unemployment and Inequality with Heterogeneous Firms and Workers," NBER Working Paper 14122.
Helpman, Elhanan, Oleg Itskhoki and Stephen J. Redding (2010), "Inequality and Unemployment in a Global Economy," Econometrica, 78(4), 1239-1283.
Datos:
Bartelsman, Eric, John Haltiwanger and Stefano Scarpetta (2009). "Measuring and Analyzing Cross Country Differences in Firm Dynamics," in Producer Dynamics: New Evidence from Micro Data, (Dunne, Jensen and Roberts, eds.) NBER/University of Chicago Press.
Krueger, Dirk, Fabrizio Perri, Luigi Pistaferri and Giovanni Luca Violante (2010). "Cross-sectional facts for macroeconomists," Review of Economic Dynamics, 13, 1-14.
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